Foto: Mario Peretti, Lucero Cuadrado y Julio infante Julio en un Campeonato Provincial bonaerense.
ATLETISMO
EL RECUERDO HACIA JULIO INFANTE
UN ATLETA DESAPARECIDO EN LA ULTIMA DICTADURA CIVICO MILITAR
Por Ruben Aguilera, Mar del Plata.-
FOTO: París Eugenio Senesi y Rubén Aguilera frente al solar donde estaba el Bowling Center de Julio Infante. Allí lo secuestraron en 1976.
En éste significativo aniversario del golpe de estado de 1976 quiero recordar a una de sus victimas, Julio Infante Julio a quién conocí y por el que siempre tuve una gran respeto. Esta nota la publiqué en enero de éste año en el Anuario de la Federación Atlética de la Provincia de Buenos Aires.
El gran desaparecido del atletismo federado
El “Chiva” Infante en el recuerdo
Hace algunos meses estuve en Bahía Blanca. La ocasión fue propicia para conocer con detalles uno de esos episodios sombríos de nuestra historia contemporánea, esa que se combina con secuestros, encapuchados y grupos de tareas. En definitiva con “desaparecidos” que no son otra cosa que personas a los que el poder del estado asesinó por el simple hecho de pensar distinto.
Julio Antonio Infante Julio era un lúcido dirigente del atletismo habiendo sido Presidente de la Asociación Bahiense en varios períodos. Siempre tuve por él respeto y afecto desde aquel momento en que lo conocí a finales de los años sesenta.
Con el tiempo Julio ingresaría en la nómina de desaparecidos de aquella Argentina que el 24 de marzo de 1976 sufrió un golpe de estado liderado por la junta militar que integraban Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti bajo el rótulo de “Proceso de Reorganización nacional”.
Nunca pensé que en ese viaje llegaría a conocer el final del “Chiva” Infante. Una historia que me contaría París Eugenio Senesi, testigo de aquellos postreros momentos de quien era, desde el 19 de abril de 1975, vicepresidente de la Federación Atlética de la Provincia de Buenos Aires que presidía Justo Ernesto Román.
Estábamos junto a mi esposa Marta, en “Piazza” un conocido Café frente a la Plaza Rivadavia a metros de la Municipalidad. Frente a nosotros está Senesi, un bahiense nacido el 25 de febrero de 1931 que presidía la Asociación Bahiense y la Asociación Atlética Alumni.
El fue la persona que estuvo en el lugar aquella noche del 18 de mayo de 1976. Una presencia por la cual estaría tres años preso con los que “pagó” el derecho a seguir viviendo, cuando fuera del penal era “boleta”, según cuenta.
Senesi, “Chiche” para los conocidos, es un testigo de aquel momento, desbordado de desapariciones sin rastros, de secuestros impunes. Mientras saboreamos un café, enhebra recuerdos. Son de la última vez que vio a aquel corpulento fortachón que había sido recordista bahíense de 400 m. Una persona al que París evoca organizando anualmente el mejor torneo de la zona.
Julio fue un personaje. Era primo hermano de Diana Julio de Massot, directora de “La Nueva Provincia” entre 1956 y el 2009, con quien “se llevaba muy mal” según Senesi. El abuelo de ambos, Enrique Julio, nacido en Tinogasta, Catamarca, el 13 de junio de 1872, fundó el diario el 1 de agosto de 1898. El fundador era militante radical y se había casado en Bahía Blanca el 5 de abril de 1896 con Georgina Vicenta Calvento Araujo, quien había nacido en esa ciudad el 23 de marzo de 1871. La boda fue bendecida por el presbítero José Américo Orzali quien fue obispo de San Juan y actualmente en proceso de beatificación.
De esa boda nacieron sus hijos Néstor Enrique Julio Calvento (el padre de Diana Julio Pagano de Massot), Angel Oscar Julio Calvento, Mercedes Maria Julio Calvento (la madre de Julio Antonio Infante Julio), Adolfo Cesar Julio Calvento, Vicenta Giorgina Julio Calvento, Emma Rita Juliana Julio Calvento y Lia Esther Julio Calvento.
La mamá del “Chiva” nació en 1900 y se casó en Bahía Blanca el 23 de julio de 1924 con Julio Antonio Infante natural de la ciudad de Mendoza. Los otros abuelos de Julio habían sido Antonio Infante y Armelinda Otero.
A diferencia de su prima Diana, que fue hija única, Julio Infante Julio, nacido el 16 de setiembre de 1930, tuvo tres hermanos (Raúl Horacio, Carlos Enrique y Luis Héctor). Había contraído matrimonio con Elvira Gauna teniendo una hija Benita Haydee Julio. Las cosas al parecer no habían funcionado muy bien y años después Julio encontraría el amor de su vida en una rosarina, Nélida Susana Chávez, conocida como “Pituca” quien lo acompañó hasta el final de sus días.
Ella era una muy buena nadadora, como Julio quien practicó el estilo mariposa, jugó waterpolo y se destacó en el atletismo. Según el testimonio de amigos Infante llegó a tener un récord de permanencia en el agua. Lo había logrado en la pileta del club Argentino. Con el tiempo lo batió Jorge Sugden un nadador que cruzó el canal de la mancha, ida y vuelta, en los años sesenta.
Infante fue el “L’enfant terrible” de la distinguida familia por su forma de ser y por los lugares que frecuentaba. Sus amistades se encontraban en los más variados estratos de la sociedad. Sus vivencias nocturnas, en los negocios que había poseído, no eran compatibles con el perfil familiar. Pese a ello Julio había sido el nieto preferido de su abuelo y creador de la dinastía periodística e incluso se llevaba muy bien con el padre de Diana lo que podría haber sido uno de los motivos, quizás celos, de la desavenencia entre ambos.
Julio era un dandy, un “bon vivant” con amigos por todos lados. Gustaba de las veladas boxísticas -asistiendo a cuanto festival se programara- y del básquetbol. En este deporte fue amigo del recordado Bill Amilcar Brusa y de talentosos jugadores como Atilio “Lito” Fruet, Alberto Pedro “Mandrake” Cabrera y José Ignacio “el negro” De Lizaso. los “tres mosqueteros” que hicieron de Bahía Blanca la capital de básquetbol nacional.
Su triste final
Paris Senesi repasa lo sucedido aquella noche. “Julio había cenado con el subcomisario Féliz Alais que era cuñado del Gral. Guillermo Suárez Mason (Jefe del Cuerpo 1 de Ejercito). Tras despedirse vino como todos los días a mi boliche, del cual habíamos sido socios, en los altos de Donado 27 en pleno centro de Bahía Blanca”. Senesi se refiere a “La posta del Chiva” aquella que se publicitara con “Una copa y un plato por el andarivel de la amistad” un lugar especial en la noche sureña que alguna vez conocí, invitado por Julio.
Antes de “La posta” Julio había inaugurado en 1961 “Koro Tei” (La casa de la vista hermosa) en Cruz del Sur y De la Cuesta. La misma era un salón de té, whiskeria y restaurante en el paquete barrio de Palihue. La casa que según La Nueva provincia “Trae a nuestro medio el exótismo de un bello rincón del lejano Japón”, le pertenecía a su prima Diana quien se la había alquilado. Con el tiempo las cosas no le fueron bien a Julio quien la cerró y armó un nuevo reducto en la Posta.
“Esa noche, tras tomar una copa, Julio se fue caminando hacia el Bowling Center, su negocio en Chiclana 155”, recuerda Senesi. “Lo acompañé, pues teníamos temas que tratar. Tras despedirme salí con mi auto y al regresar observé frente a la “Posta” a dos individuos, uno con una escopeta. Enfrente había una camioneta con la puerta abierta y el guiño encendido”.
Sin medir consecuencias Paris Senesi da la vuelta a la manzana y se detiene en el Bowling de Infante para avisarle que algo extraño estaba sucediendo. Pocos momentos después individuos que se presentan como integrantes de la policía provincial y federal gritando a viva voz “Julio Infante entréguese”, irrumpen en el lugar. Julio con un revolver responde a los tiros de fusil FAL de los integrantes del grupo que según un expediente judicial eran una veintena..
Senesi cuenta que finalmente “se llevaron herido a Infante no sin antes adueñarse de cheques emitidos por Eugenio Martínez, el dinero que había en el local y un encendedor de oro”. “A mí me obligan a tirarme al piso y cuando me quiero parar me pegan un culatazo de escopeta en la cabeza, me sacan el dinero del bolsillo y me dejan allí”.
Según versiones a Infante lo trasladaron en una camioneta de color naranja hacia “La Carrindanga”, un camino vecinal poco transitado por donde se encontraba el centro de detención clandestino hoy conocido como “La Escuelita”. Un lugar convertido en escombros por los genocidas, registrado por la CONADEP y en el cual desde el 2012 un cartel recuerda como uno de los sitios de la memoria.
Cuándo ya no escuchó movimientos Chiche llamó a su esposa para que lo venga a buscar. Según Senesi testimonió “Carlos Echenique contó cuarenta y dos cápsulas de plomo” evidencias del tiroteo. La policía llegó bien tarde y un comisario les dice, entre consejo y amenaza “somos todos inteligentes, tratemos de que las cosas queden así”.
Los hermanos de Julio, Raúl y Luis Infante Julio, van a ver a Diana Julio de Massot quien según Senesi “los sacó volando a los dos”. La sombra del General Acdel Edgardo Vilas se proyecta sobre este crimen. Por entonces era el segundo Jefe de V Cuerpo de Ejercito y había estado a cargo anteriormente del operativo “Independencia” en Tucumán.
Las razones de aquel ataque las ofrece Diego Martínez en el blog “Bahía Gris” cuando el 27 de abril de 2003 escribe: “El Chiva era un guapo, un bacán de pueblo, la oveja negra de la familia”, coinciden sus amigos”.. “Era un hombre de la noche, ex integrante de los Comandos Civiles Revolucionarios en 1955, periodista deportivo, dirigente de atletismo…Infante no solía pedir permiso para hablar… Vilas es un cagón. No se anima a salir sin ocho custodios atrás –comentó en un asado de la Policía Federal–. Hacen mierda a pibes recuperables y a [el sindicalista Rodolfo] Ponce lo encuentran en “El Palacio de la Papa Frita” y no lo tocan”.
Según Martínez aquella noche a las 2.40 “dos vehículos del Ejército cortaron el tránsito en las esquinas de su Bowling Center, a dos cuadras de “La Nueva Provincia”. Otros tres coches se apostaron frente al local. Más de quince encapuchados con armas largas entraron a tiros a la confitería preguntando por Infante y se lo llevaron moribundo en una camioneta. Al día siguiente el gobernador Ibérico Saint Jean en persona le explicó a la señora Diana Julio de Massot que su primo había hablado de más”.
Años después Paris Senesi declaró en sede judical que Carlos Enrique Infante lo llamó a Suárez Mason y este, que era el superior directo de Ramón Camps (jefe de la policía bonaerense), dio la orden de intervenir todas las comisarías de Bahía Blanca. Al parecer Vilas tuvo miedo a las consecuencias y mando matar a Infante. Me contaron que lo pusieron en una silla y Miguel Colombres le dio el tiro de gracia. Luego lo metieron en un horno de ladrillos y lo quemaron”, cuenta Senesi. Triste final para el “Chiva” que halló la muerte fiel a lo que había sido su vida decir lo que pensaba sin importarle donde. Su franqueza le fue fatal.
El 2 de diciembre el General. Vilas visitó a la Señora de Massot en su Diario y luego dejó la ciudad. El medio que había instalado un moderno sistema de impresión offset, a cuatro colores, a un ritmo de casi veinte mil ejemplares por hora no había publicado una sola línea de la desaparición de su primo hermano, pero si a través de algún redactor despidió a su asesino “¿Cómo decirle adiós a un soldado que hizo que los hombres, mujeres y niños de esta ciudad comenzaran a recobrar la paz y la seguridad que habían perdido?”.
Un año sangriento en la historia del diario pues el 30 de junio se secuestró a dos empleados quienes aparecieron muertos. Se trataba de Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, secretario general y tesorero del Sindicato Gráfico Sureño, fundado en 1941. Por mayores detalles consultar «Prácticas de lucha y experiencia obrera en los gráficos del diario La Nueva Provincia (1973-1976)» cuya autora es Ana Belén Zapata. Esta historiadora de la Universidad Nacional del Sur tituló “Paginas Manchadas” a su tesis doctoral.
La toma de la pista del club Estudiantes
El “Chiva” había protagonizado el domingo 6 de diciembre de 1964 un episodio quijotesco. La toma de una pista de atletismo en el Parque de Mayo donde también había un kartódromo, dos actividades que sin dudas no podían convivir. Julio encabezó la protesta junto a otros dirigentes y atletas de la jerarquía de Mario Peretti y Hugo Argat. Este hecho que habla de su compromiso con el deporte lo llevaría por cincuenta y cuatro días a la cárcel con “restricción de visitas”.
En las páginas del Diario “El Sureño” del día siguiente puede leerse: ”Lo que fue una pista atlética se transformó en un centro de actividad deportivo comercial. Los atletas, valores de espíritu elogiable, no aceptan esa medida y con una actitud curiosa pero de repercusión tomaron ayer la pista del club Estudiantes…El atletismo necesita su pista. Deberá tenerla..”
La cosa no quedó alli, hubo reuniones, hasta una Asamblea de la ABA que ratificó lo actuado, interviniendo la justicia y finalmente Infante fue a prisión el 11 de abril de 1965. El juez Ricardo Rojo dispuso su detención en la cárcel departamental en Villa Floresta.
En un medio gráfico de la ciudad puede leerse el día 11 de abril una solicitada dirigida al señor gobernador, a las autoridades y a la opinión pública:
“En el día de la fundación de la ciudad de Bahía Blanca”
No tenemos pista….Pero tenemos campeones nacionales, rioplatenses y sudamericanos..
El atletismo se debate ante la injusticia..
Por defender nuestros ideales el Consejo directivo de la Asociación Bahiense de Atletismo fue procesado y su presidente don Julio Infante Julio, encarcelado..
¿Así se hizo justicia?…
Numerosas fotografías y notas periodísticas detallan lo acontecido al igual que las adhesiones de personas e instituciones que se solidarizaron. Una de ellas, el Club Pacífico, que en una larga misiva decía: “Está preso el presidente del atletismo por defender al deporte. Está preso el deporte”. En otro recorte se puede leer: “es lamentable, pero las puertas parecen cerradas a todo trámite que perfile un acción favorable a quien no es un delincuente y sí un hombre que dio al deporte atlético más de lo que puede imaginarse”.
Diarios y emisoras de todo el país se hicieron eco del suceso. Sin dudas aquel paso por la vida y su tránsito final no quedarán desapercibidos en la historia personal de Julio Infante Julio. Un grande del atletismo, a quien siempre recordaremos como imagen cabal de lo que debe ser un dirigente como defensor de los derechos de sus representados.