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El silencio que grita y la lucha contra el enemigo invisible

Por Daniel Wilberger. Inexorablemente la pandemia provocada por la Covid-19 se expandió por todo el planeta y nos alcanzó. Es la pura, cruda, triste realidad.

El sentido de comunidad y solidaridad está presente, pero también provoca indignación la irresponsabilidad e intolerancia de un puñado de personas que en gran medida son culpables de la situación actual por su desafío a la realidad del virus y a las medidas adoptadas por el Gobierno, contribuyendo a la expansión del virus. Mientras que otros no han guardado las formas y han puesto por delante sus negocios sobre el falso argumento de que la crisis económica es peor que la crisis sanitaria.

Los esfuerzos por contener, bloquear y mitigar la expansión y el impacto epidemiológico y social son descomunales. Van mas allá de las meras responsabilidades laborales de los principales actores que están en las primeras líneas del combate.

La lucha mano a mano con el enemigo invisible es a brazo partido con todos los recursos humanos, científicos, técnicos y de distinto orden para utilizar.

En Argentina, en La Pampa, todo arrancó luego del meridiano del mes de marzo. Tan lindo que había arrancado el 2020, con tantas esperanzas que alentaban a ir por mas de cara al futuro en todos los órdenes y campos de la vida.
Fue en aquel marzo, tan cercano y tan lejos cuando nos encontramos que estamos transitando la segunda parte del año. Por entonces, en el marco de las medidas preventivas para evitar la expansión del virus, los clubes y los polideportivos administrados por los Municipios y la Provincia cerraron sus puertas. Con esfuerzo, las instituciones privadas buscaron la manera de sobrevivir en el plano económico con los aportes de los socios que pudieron hacerlo y con el auxilio de los Gobiernos Provincial y Nacional a través de distintos programas.

En junio, el gobernador de La Pampa con su Comité de Crisis consideraron que nuestra provincia contaba con el status sanitario epidemiológico para el retorno de las actividades a los clubes y recintos de infraestructura pública, ya sea cerrados como a cielo abierto.

Y así ocurrió. Con estrictos protocolos sanitarios se reinició paulatinamente la actividad, con inocultable alegría por parte de los deportistas, entrenadores, técnicos, profesores y protagonistas del arco deportivo. Y allí el Gobierno de La Pampa recorrió 80 pueblos y visitó mas de 300 instituciones tras recorrer miles de kilómetros con el staff de funcionarios y técnicos de la Subsecretaría de Deportes, Recreación y Turismo Social. Se reunieron con intendentes, directores de deportes, coordinadores de Zona, referentes y responsables de las actividades en cada población a los efectos de monitorear el cumplimiento de los protocolos y contribuir a velar por la salud de la población.

Y cuando todo venía en plena remontada, el virus entró a La Pampa y al momento de escribir estas líneas contamos con 160 casos activos en varias ciudades y pueblos.

Como debía ser, el gobernador Sergio Ziliotto tomó las decisiones que había que tomar y hoy al mayor porcentaje de La Pampa en término de habitantes está en Fase 1 de la cuarentena.

Son tiempos difíciles, y en ese marco nuevamente numerosos clubes e instituciones públicas se encuentran cerrados, inclusive en lugares donde conservan el status que les permitirían tener abierto. Pero prima la responsabilidad, y el fortalecimiento de las medidas preventivas.

Recorrer los distintos escenarios nos permite tomar el pulso de los mismos. En todos, la imagen de la puerta cerrada, el candado, la cinta de peligro, los carteles, es lapidaria.

Los clubes y demás escenarios deportivos y recreativos transitan sus días con las puertas cerradas. Hoy y hasta nuevo aviso son lugares vacíos y con el alma desnuda. Aquellos días tan llenos de vida, están tan cerca y tan lejos.
A la hora que sea que uno se detenga ante cada sitio deportivo y recreativo, nada quedó de las paredes transpirando vida, de las redes sacudiéndose, de los pasos en los pasillos, de las voces, risas, gritos, el bullicio natural y particular que los seres humanos somos capaces de producir en las distintas edades. El silencio se escucha mas fuerte que nunca. El silencio pega su grito mas agudo. Eriza la piel, que no quepa duda.

Estos lugares que en cada lugar de nuestra geografía cumplen una función social insustituible para todas las franjas etarias, hoy están cerrados y aguardan pacientemente el regreso. Fue el arco deportivo el primero en ponerse a disposición del Gobierno Provincial cuando esto empezó y hoy la bancan nuevamente. Con las puertas cerradas, hoy muchos de ellos se las han vuelto a ingeniar para poder continuar con algunas actividades a través de las herramientas que ofrece la tecnología.

Es cuestión de poner cabeza, tener mucha paciencia, cuidarnos y colaborar con responsabilidad social para que cuando esto pase no falte nadie en el equipo, no haya una silla vacía ni un nombre menos en la lista.

CON PUERTAS CERRADAS
En La Pampa se encuentran con puertas cerradas los clubes e instituciones de: Santa Rosa, General Pico, Toay, Catriló, Macachín, Uriburu, Santa Isabel, Alpachiri, Jacinto Arauz (solo el Polideportivo Municipal).
Fotos gentileza: Marcela Sánchez Mosquera (Alpachiri); Santiago Ismael Requejo (Santa Isabel); Stella Maris Pedraza (Toay).

Fuente: mododeporte

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